La comunicación es una parte fundamental en nuestras vidas y, cuando estamos en casa, solemos preferir utilizar el teléfono fijo. No hay problemas de cobertura, las tarifas son más normales y resulta más cómodo el auricular.
Los teléfonos de casa pueden ser fijos, es decir, con cable, o inalámbricos. Hoy en día mucha gente se ha decantado por los teléfonos inalámbricos sobre todo por su principal cualidad, permiten moverte por toda la casa mientras hablas.No vamos a entrar en el tema del diseño, puesto que ambas opciones gozan ya de infinidad de opciones en lo que a esto se refiere y vamos a tocar el ámbito de lo práctico.
Teléfono fijo o inalámbrico
El teléfono fijo a conectado a la línea telefónica y no necesita conectarse a la corriente. Esto es algo muy positivo puesto que aunque se vaya la luz podremos seguir teniendo línea. No pasa lo mismo con los inalámbricos, si la luz se va, olvidaos de usarlo.
El teléfono fijo no dispone de memoria ni altavoz. Los inalámbricos permiten crear una agenda telefónica en ellos y no tener que estar memorizando o buscando teléfonos cada vez que vayamos a marcarlos. Aunque cada vez hay más teléfonos con cable que traen esta opción.
Batería. Los teléfonos inalámbricos suelen funcionar a pilar y se cargan conectándose a una base pero, si olvidamos volverlo a poner en la base al finalizar una llamada, se descargará. Lo mismo pasa mientras hablamos, la batería no es infinita y si pasamos más de una hora al teléfono, podemos acabar hablando solos.
Cobertura. Los teléfonos fijos sólo permiten alejarse lo que la longitud del cable nos permita pero los inalámbricos dependen de la cobertura, normalmente no podremos exceder los 8 metros o empezaremos a oír por partes la conversación.
Una buena opción es tener ambas opciones en casa. En el salón uno y en el dormitorio o la cocina otro. De este modo tenemos las ventajas de ambos modelos y uno suple los inconvenientes del otro.